La situación en este pedazo de mundo en el que estoy, del que formo parte, a veces a contracorriente y otras veces por inercia, la cosa no está para reírse, pero por ahí hay varios, más que varios, muchos que se ríen, pero que se ríen sin gracia, sin estilo y sin dignidad, y se ríen sin saber de qué… Quizá ríen para engañarse a sí mismos y hacerse creer que si no todo va bien, con que ellos vayan (a donde sea y como sea) es suficiente: si no te gusta lo que hay, búscalo en donde pienses que lo haya, y que tengas suerte, porque la escasez es mucha y la risa necesita también alimentarse. Es difícil no reírse, sin embargo, de los que se ríen cuando no tienen de qué, cuando se los están llevando poco a poco a ninguna parte para que se extravíen en el abandono y la más miserable experiencia de sobrevivir apenas; pero no me reiré de ellos ni de nadie que no me resulte verdaderamente ingenioso y con talento para hacer reír, aunque se lo esté llevando la desilusión y la confusión, porque la re
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