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¿SOMOS SEXUADOS O SEXUALIZADOS?

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Nos resulta más fácil pensar la realidad en términos de contrastes, de binomios y oposiciones, todo lo más, de sumatorias… de la soledad de ser una unidad a la posibilidad de la compañía siendo dos: la construcción de parejas parte de la posibilidad de vincularnos, de crear vínculos, no sólo emocionales sino concretos, físicos, pero en los que hay que diferenciar a “uno” de “otro”: unidades en sumatoria y ya veremos si luego se produce o no una secuela, una secuencia, un linaje biológico o cultural, porque fuera de este orden todo nos resulta confuso: una multitud indefinida que nos parece difícil de asimilar, digerir y comprender; por ello, no faltan argumentos para sostener que el pensamiento binarista es la forma primigenia del pensamiento humano, que incluso permite un ahorro de tiempo en el análisis y la comprensión, y por tanto, ahorro de energía: el cerebro busca la simplicidad para tratar con el mundo y crea referentes que faciliten el manejo de aquello que nos rodea. La confu

UNA GUERRA INTESTINA O CANIBALISMO IDEOLÓGIGO

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Es sumamente frecuente e indeseable, incluso doloroso y suicida que, por más diferencias que haya entre nosotros —los maricas transgresores, jotos comprometidos, gays de bares y espectáculos, putos de cantina o arrabal y homosexuales deseosos de ser sólo alguien más en la sociedad que existe, rockeros o empresarios, leather o conservadores, travestis o hípster, folclóricos, simplemente normalizados por el orden social o incluso enclosetados de aquí y de allá— gastemos nuestra energía y creatividad para masacrarnos ideológicamente unos a otros descalificándonos y, de paso, dándole al del otro lado — buga transeúnte, periodista, juez, policía, comerciante, funcionario, padre de familia o lo que sea— el espectáculo que le reafirma en presunta superioridad moral y social. Todos tenemos algo que decir, pero más sobre qué queremos que sobre lo que no nos gusta que quieran o sean otros, tan maricas como uno, tan necesitados de hacerse de un espacio y un entorno que le permita ser lo mejor qu

REÍR… AUNQUE NO HAYA DE QUÉ

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La situación en este pedazo de mundo en el que estoy, del que formo parte, a veces a contracorriente y otras veces por inercia, la cosa no está para reírse, pero por ahí hay varios, más que varios, muchos que se ríen, pero que se ríen sin gracia, sin estilo y sin dignidad, y se ríen sin saber de qué… Quizá ríen para engañarse a sí mismos y hacerse creer que si no todo va bien, con que ellos vayan (a donde sea y como sea) es suficiente: si no te gusta lo que hay, búscalo en donde pienses que lo haya, y que tengas suerte, porque la escasez es mucha y la risa necesita también alimentarse. Es difícil no reírse, sin embargo, de los que se ríen cuando no tienen de qué, cuando se los están llevando poco a poco a ninguna parte para que se extravíen en el abandono y la más miserable experiencia de sobrevivir apenas; pero no me reiré de ellos ni de nadie que no me resulte verdaderamente ingenioso y con talento para hacer reír, aunque se lo esté llevando la desilusión y la confusión, porque la re